El pasado quince de enero tuve la oportunidad de visitar la fábrica de CABLESCOM, en el polígono industrial Malpica, de Zaragoza. Realizamos la visita los alumnos que cursamos tecnología en 4º ESO.
En el mundo de los cables existen dos grandes grupos de cables.
El primero son los cables eléctricos, los más conocidos y los que mucha gente no profesional ha manipulado alguna vez. Se fabrican con cobre normalmente.
El segundo grupo, más complejo, es el de los cables de comunicaciones. Fabricados en la fábrica. A su vez podemos dividir este grupo en dos grandes subgrupos. Uno es el de los cables de comunicación hechos de cobre, en desuso en nuestro país pero con una gran demanda en otros menos desarrollados, y la conocida fibra óptica. La principal característica diferencial es su velocidad de transmisión. Mientras los de cobre transmiten impulsos eléctricos, la fibra transmite una especie de láser, muchísimo más rápido.
La fábrica fue inaugurada en 1971, con una superficie de 77.000 metros cuadrados. Cuenta con 200 empleados aproximadamente. Originalmente trabajaba para el grupo empresarial General Cable, pero a lo largo de su historia ha cambiado de propietarios varias veces, hasta caer en manos del grupo chino Hengtong en el año 2017.
Hace unos años CABLESCOM eliminó de sus materias primas el alquitrán lo cual les valió la Certificación en el Sistema de Gestión Ambiental ISO 14001 en el año 2007.
El proceso de fabricación es largo, complejo y bastante automatizado. Lo dividiremos en dos partes, cables de cobre y cables de fibra.
Cables de cobre. La materia prima que emplean es un cable cobre de 8 milímetros de grosor llamado alambrón. El primer paso es someterlo a un proceso llamado trefilado, que consiste en estirarlo en frío hasta dejarlo con un grosor de 2,8 milímetros. Seguidamente se somete a otro trefilado, más delicado, en el cual se reducirá su diámetro hasta menos de un milímetro, a gusto del cliente.
Cables de fibra. La materia prima es la propia fibra, que viene enrollada en bobinas de 50 kilómetros de largo que no exceden en tamaño y peso a un pequeño maletín. Lo primero que hay que hacer, es forrarlas de plástico, con un determinado código de color en función del destino de cada fibra. La fibra desnuda tiene un grosor de apenas 125 micras, que con la primera protección se queda en unas 250 micras.
El último paso de ambos procesos es la extrusión. Consiste en forrar los cables con un revestimiento de plástico de diferentes colores. La producción diaria de la fábrica puede llegar a los 50 km.
Se distribuye a compradores de todo el mundo, desde empresas de telefonía como Vodafone u Orange, hasta empresas ferroviarias como Siemens.
Por último me gustaría agradecer a CABLESCOM por dejarnos visitar su empresa y por las atenciones recibidas que han hecho de la visita una experiencia única e inolvidable.
(Felipe Betrán Royo- 4º ESO A)