“Clásicos Luna” la compañía teatral del IES Pedro de Luna ha representado, en el mes de abril, su “Comedia de las apariciones” en el “Teatre Joventut” de Hospitalet de Llobregat, para más de 1000 alumnos de enseñanza secundaria de Barcelona y de su entorno urbano, en el marco del “XXIV Festival Juvenil de Teatre Grecdollati”.
Como nos dice Felipe Betrán, alumno de 3º D de ESO, que en la obra hace de “padre”: “Plauto, uno de los más importantes comediógrafos latinos, cuenta en esta comedia lo que le ocurre al hijo de un aristócrata griego mientras el padre está de viaje. Aprovecha la ausencia de los padres para despilfarrar dinero en toda clase de lujos, bebidas, mujeres, etc. Pero lo que no sabe es que sus ancianos padres han vuelto antes de tiempo, y que va a descubrir qué se ha hecho con todo su dinero”.
Silvia Ferrer y Yasmina Rafouki, alumnas de 2º B de ESO que actúan como “los fantasmas que aparecen” en la obra, nos describen que “Iniciando nuestra gira salimos muy temprano hacia Hospitalet, y que a las 5 de la madrugada se nos averió el autobús y tuvimos que esperar una hora al nuevo. Pero las sesiones nos salieron muy bien”; y que los directores teatrales dan consejos para que haya mejoras en cada actuación: “Juan Luis nos dijo que al acabar el baile final, añadiéramos un saludo con las manos para que quedará mejor la despedida del público”.
Las representaciones de esta “Comedia de las apariciones”, en el “Teatro de las Esquinas” de Zaragoza y en el “Teatre Joventut” de Hospitalet de Llobregat, han sido una experiencia muy enriquecedora para nuestros alumnos actores:
En palabras de Jorge Crespo 3º D de ESO: “Como actores hemos participado en esta obra 35 alumnos desde 2º de la ESO hasta 1º de Bachillerato. Para la mayoría fue una experiencia totalmente nueva. Los de 2º y 3º nunca habíamos actuado ante semejante público, y los de 4º y 1º de bachillerato lo hicieron en ´La Ilíada´, pero generalmente con papeles pequeños. Era un momento crucial para todos. (…) Los actores más experimentados nos daban consejo a los debutantes, y nos repetían que todo saldría bien. La obra empezó. Yo esperaba escena tras escena a que fuese mi turno, y cuando llegó mi turno, me reuní con mis ‘amigos de fiesta’, respiré hondo y salí al escenario a hacerlo lo mejor posible y a pasármelo bien. Una vez en el escenario, se te olvida todo. (…) En conclusión, fue una gran experiencia. Después de todo, de lo bueno y lo malo, de las angustias y las risas, ser actor vale la pena cuando ves al público ovacionándonos por lo que habíamos logrado”.